Mónica Buzali Kalach

Areterapeuta
Sobre mi
Soy una persona que “está ahí” para los demás, brindando contención, apoyo y cuidado, a través de la mirada, la escucha, el contacto, la palabra y la presencia.


Me gusta disfrutar y darle sentido a lo que hago. Vivo en el camino del aprendizaje, la conexión y el autodescubrimiento, con un fuerte deseo de contribuir al mundo y a las personas que me rodean. Transito en un proceso continuo de cuestionamiento y crecimiento personal, impulsada por una necesidad profunda de sanar y llegar al fondo de las cosas.

Mi esencia se caracteriza por el movimiento y la pasión; ahí encuentro estabilidad y mi impulso creador. Cada experiencia es una oportunidad para mirar hacia adentro, re-inventarme y conocerme mejor.
Trabajar en mí misma me ha permitido ver que lo que antes consideraba defectos o debilidades, son realmente mis fortalezas y superpoderes.



"Soy un reflejo de todo lo que he aprendido, de mis éxitos, fracasos, alegrías, tristezas, heridas abiertas y sanadas. Desde esa experiencia y aprendizaje, abro mi espacio terapéutico, no solo con mis credenciales y currículo, sino también con la riqueza de mi vida vivida."

Desde joven, el arte ha sido mi refugio, un oasis en medio de la vida escolar y un espacio donde podía expresar libremente quién soy. Los talleres de arte a los que asistía me brindaron libertad y experimentación, y fueron mi primer contacto con mi propia voz creativa.
A los 18 años comencé a enseñar cerámica y escultura, y descubrí el valor de un espacio donde cada persona podía explorar su individualidad y poder creativo sin juicio. La experiencia en ese entorno me inspiró, hace 18 años, a estudiar arteterapia, un camino que confirmó mi intuición sobre el poder sanador del proceso creativo.
Estudiar arteterapia me abrió un mundo de autoconocimiento y nuevas perspectivas sobre mi entorno. Más adelante, estudié interpretación teatral, un espacio que me ayudó a entenderme y profundizar en mi ser. También me sumergí en la cocina, explorando la creatividad desde un ángulo diferente y conectando con mi historia a través de sabores y aromas.
Hace unos cinco años, me adentré en el estudio del tarot y la astrología. Estas herramientas simbólicas y arquetípicas me permiten trabajar terapéuticamente, ayudando a otros y a mí misma a fortalecer nuestro camino. Ser madre ha sido la experiencia de aprendizaje más intensa y gratificante de mi vida. Me ha enseñado a relacionarme íntimamente, sostener emociones y jugar con otros, y ha sido una fuente constante de crecimiento.
Todo lo que he hecho en mi vida tiene como propósito el autoconocimiento, la sanación y la exploración. Cada experiencia me ha dado herramientas para conocerme mejor y sanar heridas, y me ha permitido profundizar en mi conciencia personal. Mi naturaleza es indagar, disfrutar, y vivir con paz, creciendo cada día un poco más.
La llegada de la arteterapia a mi vida
Cuando era profesora de cerámica no sabía lo que era la Arteterapia, menos aún de su existencia. Yo daba clases, enseñaba técnica pero también creaba un vínculo con mis alumnos, me contaban sus cosas, les escuchaba, plasmábamos sus aficiones o miedos en el barro, lo hacíamos desde un lugar lúdico y de aprendizaje pero aún así les veía avanzar, sonreír o llorar, superar frustraciones y manifestar sus enojos a través del material. Había algunos a los que el barro y las clases les ayudaban con su motricidad fina, con la hiperactividad o la timidez. Definitivamente no era arteterapia pero se le notaba un aire.

Cuando entré a estudiar me fasciné con las metodologías, con la potencia del proceso creativo y con la eficiencia del trabajo en grupo, el cual me pareció maravilloso: trabajarnos con tan sólo vernos de frente, de reflejarnos en la otra persona.
El primer año fue de re-conocimiento, de jugar con el material desde otra consciencia, de verme en la mirada de mis compañeras y de llorar y reírme mucho, haciendo catarsis constantemente.

El segundo y tercer años tuve la oportunidad de empezar a trabajar en mis prácticas: con gente de la tercera edad, en un geriátrico y con estudiantes de un instituto.
Ambas experiencias, muy diferentes entre sí, me permitieron relacionarme con la gente desde un encuadre terapéutico y eso me hizo sentir muy cómoda, como si realmente estaba en mi elemento. Obviamente fue un proceso pero la realidad es que me sentí otra vez como en casa.

A lo largo de los años he ido trabajando con diferentes personas y colectivos, a veces en períodos de trabajo continuo y otras veces con pausas muy largas. He tenido la oportunidad de trabajar con infancia, adolescencia, grupos de mujeres en situación de violencia y abusos y con individuos con trastornos de la alimentación.

Hoy en día yo misma soy usuaria de arteterapia, ese es mi espacio de terapia personal y ahí he podido conocer la profesión desde un lugar diferente a cuando se experimenta desde el otro lado de la mesa, como terapeuta. Eso me permite recibir a la gente con una empatía especial y una mirada de complicidad.

Para mi, arteterapia ha sido y es un lugar donde puedo materializar lo que pasa en mi mente, salir del mundo de las palabras y los pensamientos (yo que vivo tan ahí dentro), y ver cómo todo lo que está pasando por mi cerebrito y a nível emocional, se trasladan a un papel o a una figura, escultura, tejido o cualquier obra física tangible. Eso me ayuda mucho a ver, sentir y entender desde otro lugar.
El proceso terapéutico en arteterapia va más allá del producto final, es, como mencioné, “un proceso”, donde todos los elementos que lo componen son igualmente importantes, desde el cómo entramos al espacio, cogemos un material (o no), nos sentamos a trabajar, hablar o callar, empezamos nuestra obra, etc…


Mi experiencia como arteterapeuta ha sido y es muy enriquecedora y llena de momentos transformadores, tanto para mi como para las personas con las que he trabajado. Como arteterapeuta, he tenido la oportunidad de ver cómo el arte puede actuar como una vía poderosa para la expresión emocional, la sanación y el autoconocimiento.
He observado cómo las personas, a través del proceso artístico, encuentran una forma de expresar lo que no pueden poner en palabras, abordando temas como el trauma, la ansiedad o la depresión. El uso de diferentes medios artísticos, desde la pintura hasta la escultura o el collage, se exploran emociones de manera no verbal y se desarrolla un mayor sentido de control y autocomprensión.
Mi rol también implica acompañar y ser una guía o facilitar, creando un espacio seguro donde las personas usuarias se sientan libres de expresarse sin juicio, ayudándoles a interpretar sus propias creaciones y encontrar significados personales en su trabajo artístico.


Filosofía terapuética
Ofrezco un espacio de introspección, de transformación, de re-conocernos y un lugar donde podamos vernos más desde nuestros aciertos y atributos que desde nuestros “defectos”. propongo un sitio seguro, libre de juicio, para poder hablar, expresar o procesar nuestras emociones, pensamientos o situaciones de vida.
Brindo un lugar para poder jugar y reírnos, construir y disfrutar, llorar y enfadarse. Darnos un tiempo para nosotras y nosotros: un poco de autocuidado.
Convido a adentrarnos en un mundo donde cualquier acción puede ser agente de transformación y mediante diferentes herramientas podremos tener un proceso terapéutico.

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"La arteterapia nos enseña que en cada acto creativo hay una oportunidad de sanar y transformar nuestro ser."
– Margaret Naumburg
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